el paraiso perdido

Reflexiones sobre el mundo del misterio sobre sus investigadores, el uso y abuso que de el hacen, siendo sus victimas los creyentes en los fenomenos mal llamados paranormales. Tambien de vez en cuando se podra leer reflexiones mas mundanas y tangibles pues si el misterio se rodea de magia la Vida misma es mágica y todo fuera de ella esta vacio de misterio

domingo, junio 04, 2006

Leo



Como ya sabemos, Leo es el quinto signo del Zodiaco y tiene mucho que ver con las emociones, pasiones y todo lo relacionado con el plano afectivo. Su simbolismo tiene su origen y su base en la luz de la luminaria que lo rige: en el Sol y en la fuerza que este planeta irradia.
Esta realidad de Leo es identificada, en ocasiones, con aquel antiguo Rey de Egipto, pacífico por naturaleza, que intentó mejorar las costumbres cargadas de agresividad de sus súbditos. El pueblo egipcio decía de Osiris que era el Sol, al igual que decía de Isis que era la Luna. En la emblemática de los animales, quien simbolizaba la fuerza era el león, el símbolo de Leo. Alguna vez se le comparaba con otros símbolos de los llamados dioses solares; y, en este sentido se citaba, cual paradigma, la relación entre el león y el tiempo en que tenían lugar las inundaciones anuales del Nilo. Parece ser que tales inundaciones sucedían cuando el Sol entraba en Leo: en el periodo del año en que el Sol calentaba con más fuerza. Es corriente la identificación, con simbolismos secundarios del Sol y el León; ambos son fuertes y benévolos: el primero irradiando calor y luz y produciendo el día; el segundo como rey de todos los animales, poseedor de gran fuerza y, según ancestrales culturas, fuego de sabiduría.

Otros significados a través de la historia de los pueblos, relacionan e identifican al Sol y al león; así, se dice que cuando el Sol comienza a nacer -el alba- se asemeja a un joven león, cuando el Sol se pone (el ocaso) se asemeja a un león viejo. Otros simbolismos del león nos remiten a significados parangonados con la hombría exacerbada (león victorioso) o, por el contrario, con el cuestionamiento de la propia existencia que sólo un ser humano es capaz de plantearse (león domado). También se ha hablado de la relación entre la piel del león y el Sol: algunos pueblos que practicaban la llamada astrobiología explicaban que entre los atributos del Sol se hallaba la piel del león.

CASA NATURAL DE LEO
Al igual que los signos, las casas se dividen en cardinales, fijas y comunes: y, también, en casas de tierra, agua, fuego y aire, pero su interés es menor que la de los signos del Zodiaco. Se dice que las casas son distribuidoras de toda la influencia que existe en el mundo material y se complementan mutuamente, al tiempo que también se oponen mutuamente. La teoría de las casas, su división, no es aceptada ni demostrada hasta ahora. No obstante, la teoría de la "domificación" está ya suficientemente arraigada en Astrología.

La casa natural de Leo es la Casa V. Es una casa fija y sucedente, cuya cúspide comienza a continuación de la Casa IV.
Esta Casa V está situada por debajo de la línea del horizonte, por lo que está considerada como una casa nocturna; esto significa que los planetas que fijen su residencia en ella incidirán sobre los nativos de los diversos signos en el sentido, al menos, de hacer sobresalir, por encima de la vida pública, la vida privada. Por otra parte, aflorará a la mente de los nativos que se hallen en tales circunstancias cierto deseo de vida retirada, cierto apartamiento social; especialmente si el dominio de los planetas llamados pasivos es excesivo.
El significado que puede extraerse del simbolismo de la Casa V, cuando se dice que es una casa fija, nos remite a la capacidad de reacción ante ciertas circunstancias, por muy adversas que puedan parecer; anhelos, sueños y deseos, van a cumplirse o, al menos, muchos de ellos no van a resultar fallidos.
Cuando la mayoría de los planetas se encuentran en esta Casa V, a causa de que está clasificada como sucedente, el resultado producido está referido al deseo de bienes materiales, de atesorar riqueza y, esto, paradójicamente, sucede porque se teme perder las posesiones.

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