Nada hay mas destructivo que el hombre
Corales y lecho marino sin vida
debido a la falta de oxigenación y a la contaminación de las costas y playas
Fondo marino después de pasar los barcos de arrastre
se convierte en un desierto maritimo
Las zonas muertas en los océanos del mundo, donde la ausencia de oxígeno impide el desarrollo de vida marina, han aumentado más de un tercio entre 1995 y el 2007, revela un estudio que divulga la revista Science.
Los principales causantes de esa catástrofe oceánica son el vertido de fertilizantes y la quema de combustibles fósiles, según científicos del Instituto de Ciencias Marinas de la Universidad William and Mary de Virginia y de la Universidad de Gotemburgo, en Suecia.
El aumento de las zonas muertas en el mar se ha convertido en el principal agente de presión sobre los ecosistemas marinos, tanto como el exceso de capturas pesqueras, la pérdida de hábitat y otros problemas ambientales.
405 zonas muertas
Según los científicos, el aumento de estas áreas se debe a que ciertos nutrientes -especialmente, el nitrógeno y el fósforo- entran en las aguas costeras y su exceso mata las algas. Al morir, esas plantas microscópicas se hunden hasta el fondo marino y se convierten en alimento de bacterias que en el acto de la descomposición consumen el oxígeno circundante.
En el lenguaje científico, ese proceso mediante el cual ocurre una disminución progresiva de oxígeno se llama hipoxia. Tal y como explican Robert Díaz, profesor del Instituto de Ciencias Marinas, y Rutger Rosenberg, científico de la Universidad de Gotemburgo, en estos momentos existen 405 zonas muertas en aguas cercanas a las costas en todo el mundo, lo que supone una superficie de más de 26.500 kilómetros cuadrados.
Díaz, quien comenzó a estudiar estas zonas muertas desde mediados de los 80 tras advertir el problema en las aguas de la Bahía de Chesapeake, en la región atlántica de EEUU, ha señalado que en 1995 ya había 305 zonas muertas en todo el mundo. De acuerdo con el científico, el número de zonas muertas en el mundo a comienzos del siglo pasado era de solo cuatro, se incrementó a 49 a mediados de los años 60, a 87 en los 70 y a 162 en los 80.
“No existe otra variable de tanta importancia para los ecosistemas marinos costeros que haya cambiado tan drásticamente y en un lapso tan corto”, señalan Díaz y Rosenberg en el estudio. Según Díaz, las pruebas geológicas demuestran que las zonas muertas no eran “un fenómeno natural” en la Bahía de Chesapeake y otros estuarios.
Asimismo, Díaz y Rosenberg han manifestado que en muchas ocasiones sólo se da importancia a la hipoxia cuando esta comienza a diezmar los organismos que, en última instancia, sirven de alimento a la población. Según Díaz y Rosenberg, la clave para frenar el aumento de zonas muertas es mantener los fertilizantes en tierra e impedir que lleguen al mar.
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