el lenguaje de los muertos, reencarnacion
Por José Luis Giménez
Historias como esta existen en todas partes, nadie puede demostrar nada, solo podemos creer o no en lo que nos han contado. Pero igual que el difunto es capaz de manifestarse para proteger o ayudar a sus seres queridos, también puede hacerlo para indicar cual era su anterior condición en la vida material, así como la nueva entidad que vuelve a reencarnarse.
Un ejemplo de lo anteriormente expuesto, lo podemos encontrar en la historia narrada en "El pensador progresivo", ejemplar aparecido el 13 de diciembre de 1.902, de donde recogemos un extracto.
"Cuando supe que me encontraba embarazada, empecé a intuir una extraña presencia, que poco a poco se fue haciendo visible y la cual era del sexo femenino, representando una mayor edad a la mía. Conforme fue transcurriendo el tiempo, aquella extraña relación se fue fortaleciendo, y al cabo de tres meses, esta entidad empezó a comunicarse conmigo, manifestando un desmesurado interés por mi estado de salud y situación. Posteriormente ya reconocía su voz con claridad, y hasta llegué a disfrutar de las largas charlas que manteníamos. Así fue como supe cual fue su nombre en vida, donde había nacido y toda una serie de datos biográficos. Mostró un gran interés por que yo conociese todo lo posible sobre ella, afín de que aprendiera a estimarla, tal como me indicó, para lo cual llegó ha realizar grandes esfuerzos por hacerse totalmente visible, hasta que lo hubo conseguido. Desde aquél momento se convirtió para mí en una amiga fiel, que no se distinguiría de otra persona con cuerpo físico. Solo necesitaba correr las cortinas de la estancia, para que en la penumbra pudiese manifestarse, haciéndose visible a la vez que hablaba.
Cuando solo faltaban algo más de dos semanas para el nacimiento del bebé, me dijo cual había sido el verdadero propósito de su presencia, indicándome que deseaba infundirse en la criatura que había de nacer, ya que le había quedado pendiente de realizar una última experiencia en el mundo material.
Aquello no lo acababa de asimilar, dejándome en un estado de gran preocupación, hasta el día anterior al alumbramiento, donde se me apareció por última vez diciéndome :" Ya ha llegado el momento. Sé valiente y todo nos irá bien". Al día siguiente nació una niña, cuyo parecido físico con mi compañera espiritual resultaba asombroso, a la vez que no poseía ningún parecido con los parientes de las familias de sus progenitores, y así al verla, dijeron todos: "¡Pero si no parece una recién nacida!"
Años después, mi sorpresa fue mayúscula cuando en un libro muy antiguo pude leer la biografía de la mujer cuyo nombre y datos biográficos coincidían con los que mi amiga y fiel compañera espiritual, me diera como suyos.
A pesar de ello, no hice ningún comentario a nadie, ya que temía por lo que la gente enjuiciaría sobre una mujer como yo, carente de experiencia.
Cuando mi hija hubo cumplido los 15 años de edad, decidí pronunciar por primera vez en su presencia el nombre de mi amiga espiritual, volviéndose rápidamente hacía mí, a la vez que preguntó : "Mamá, ¿alguna vez me había llamado papá por ese nombre?" Mi respuesta fue : "No hija; ni tu padre ni yo te hemos llamado nunca así". Entonces ella añadió: "Pues yo estoy segura de que alguien, o alguna vez, me han llamado así".
Tengo que añadir que el carácter de mi hija es curiosamente parecido al carácter de la mujer cuya biografía leí en aquel viejo libro, y que mi amiga espiritual dijo que se infundiría en la nueva criatura".
Esta historia, en parte fue posible gracias a la actitud abierta que mostró la madre ante la entidad astral, ya que en realidad, la comunicación de los difuntos con los "vivos", suele encontrar mayores trabas en la respuesta de estos, ante las apariciones fantasmales, debido al temor que suscita entre las personas vivas el encuentro con una entidad astral.
Habría que tener en cuenta el enorme esfuerzo que tienen que realizar los difuntos, para conseguir realizar una comunicación y ya no digamos materialización, para entender que el poco tiempo del que disponen en el plano material tienen que aprovecharlo en extremo. De ahí que, si el aparecido no es aceptado de una forma natural, desista de su intención, ya que tan grande es el esfuerzo a realizar para una breve materialización que apenas le deja tiempo para poder comunicar una pequeña parte de lo que realmente desea decir.
Esta situación desgraciadamente se produce con demasiada frecuencia, debido a los temores que tienen las personas físicas con respecto a los difuntos, cuando en realidad, el estado sutil de la materia astral del difunto, dificilmente puede dañar a una persona física, cuyo estado material es mucho más denso y por lo tanto ofrece mayor resistencia a cualquier interacción de la materia sutil del difunto.
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