el paraiso perdido

Reflexiones sobre el mundo del misterio sobre sus investigadores, el uso y abuso que de el hacen, siendo sus victimas los creyentes en los fenomenos mal llamados paranormales. Tambien de vez en cuando se podra leer reflexiones mas mundanas y tangibles pues si el misterio se rodea de magia la Vida misma es mágica y todo fuera de ella esta vacio de misterio

domingo, julio 23, 2006

Sexo y Satanismo, 1ª parte



Ha habido mucha controversia en cuanto a los puntos de vista Satánicos sobre "el amor libre". A menudo se supone que la actividad sexual es el factor más importante de la religión Satánica, y que la disponibilidad de participar en orgías sexuales es un prerrequisito para convertirse en Satanista. ¡Nada más lejos de la verdad! En efecto, a aquellos oportunistas cuyo interés en el Satanismo no es otro que el de los aspectos sexuales, se les recomienda vivamente que no acudan a él.
El Satanismo defiende la libertad sexual, pero tan sólo en el verdadero sentido de la palabra. En el concepto satánico, el amor libre significa exactamente eso: libertad de ser fiel a una persona o de satisfacer tus deseos sexuales con tantas personas como creas necesario para satisfacer tus necesidades particulares.
El Satanismo no alienta actividades orgiásticas o relaciones extramaritales en personas a quienes no les nace de manera natural. Para muchas personas, el ser infieles a quien han escogido como pareja sería algo no natural y perjudicial. Para otras, sería frustrante el sentirse atada sexualmente a sólo una persona. Cada persona debe decidir por sí misma qué tipo de actividad sexual se ajusta mejor a sus intereses. El forzarte a tí mismo a ser adúltero, o a tener pareja sexual cuando no estás casado sólo por querer probar a otros (o pero aún, probarte a ti mismo) que ya estás liberado del estigma de culpabilidad, es tan erróneo -- según los parámetros del Satanismo -- como abstenerte de satisfacer tus deseos sexuales debido a sentimientos de culpa arraigados.
Muchos de quienes están preocupados constantemente con demostrar su emancipación de la culpa sexual, en realidad están atados por una esclavitud sexual aún mayor que aquellos que aceptan la actividad sexual como una parte natural de la vida y no hacen tanta alharaca de su libertad sexual. Por ejemplo es un hecho establecido que la ninfómana (la mujer de los sueños de todo hombre, y protagonista de toda novela erótica) no es libre sexualmente, sino que en realidad es frígida y va de hombre en hombre porque está tan inhibida que no es capaz de tener una descarga sexual satisfactoria.
Otra idea errónea es que la capacidad de tener actividad sexual en grupo es un indicio de libertad sexual. Todos los grupos de sexo-libre tienen una cosa en común: No admiten actividad sexual fetichista o desviada.
De hecho, los ejemplos más reforzados de actividad sexual no-fetichista catalogados sutilmente como "sexo libre" tienen un formato en común. Cada uno de los participantes en la orgía se desviste, siguiendo el ejemplo de alguien, y fornican mecánicamente -- siguiendo el ejemplo del líder. Ninguno de los participantes considera que su forma de sexo "emancipado" pueda ser vista como algo regimentado e infantil por quienes no son miembros, incapaces de igualar la uniformidad con la libertad.
El Satanista se da cuenta que si ha de ser un 'conocedor del sexo' (y estar libre de la culpa sexual), no puede sentirse atacado por los supuestos 'revolucionarios sexuales' más de lo que puede sentirse atacado por la mojigatería de su sociedad culpabilizada. Los grupos de 'libertad sexual' no entienden lo que la libertad sexual representa en realidad. A menos que la libertad sexual pueda expresarse a nivel individual, (lo cual incluye fetiches personales) no hay objeto en unirse a una organización de libertad sexual.
El Satanismo aprueba cualquier tipo de actividad sexual que tienda a satisfacer adecuadamente nuestros deseos individuales, ya seamos heterosexuales, homosexuales, bisexuales e incluso asexuales, si es por eso por lo que optamos. El satanismo aprueba también cualquier fetichismo o desviación que acreciente la calidad de nuestra vida sexual, siempre que en ello no se vea inaplicado alguien que no lo desee.
El predominio de conductas desviadas y/o fetichistas en nuestra sociedad haría estremecer la imaginación de quienes son sexualmente ingenuos. Hay más variantes sexuales de las que pueden percibir los que no están versados en materia sexual. Ahí está el travestismo, el sadismo, el masoquismo o el exhibicionismo –por no citar sino unas de las pocas desviaciones más predominantes. Todo el mundo tiene alguna forma de fetiche, pero debido a que no se dan cuenta de la actividad fetichista que reina en nuestra sociedad, creen que si se someten a sus anhelos "antinaturales", son unos depravados.
Incluso el asexual tiene una desviación: su asexualidad. Es muchísimo más anormal tener una carencia de deseo sexual (a menos que se trate de un caso de enfermedad, de edad avanzada o de cualquier otra razón válida haya causado la disminución sexual) que ser sexualmente promiscuo. Sin embargo, si un satanista opta por elegir la sublimación sexual prefiriéndola a cualquier otra expresión sexuaÍ abierta, eso es asunto suyo. En muchos casos de sublimación sexual (o de asexualidad), cualquier intento por emanciparse sexualmente podría tener resultados devastadores para el asexual.
Los asexuales son invariablemente individuos que están sublimados sexualmente por sus empleos o por sus aficiones favoritas. Toda la energía e impulsos que normalmente estarían a la actividad sexual son canalizados hacia otros pasatiempos o hacia las ocupaciones que prefieran. Si una persona favorece otros intereses a la actividad sexual, es su derecho, y nadie tiene por qué a condenarla por ello. Sin embargo, esa persona debería por lo menos reconocer el hecho de que ello es una sublimación sexual.
Debido a la falta de oportunidades para expresarse, muchos deseos sexuales secretos no llegan jamás a trasponer el estado de la fantasía. El no descargarlos suele llevar a la compulsión y, por lo tanto, una gran cantidad de personas idean indetectables para dar rienda suelta a sus deseos. No por el hecho de que gran parte de la actividad fetichista no sea aparente exteriormente, quienes no son duchos en materia sexual han de engañarse pensando que tal actividad no existe. Para citar ejemplos de las ingeniosas técnicas utilizadas: El travesti masculino se dará gusto en su fetichismo llevando prendas interiores femeninas mientras se dedica a sus actividades cotidianas; o la mujer masoquista puede llevar una faja de goma varias tallas más pequeña que la suya, y de este modo estará todo el día en condiciones de obtener un placer de su incomodidad fetichista sin que nadie se aperciba de ello. Estas ilustraciones constituyen ejemplos mucho más suaves y prevalentes que otros que podrían haberse dado.
El Satanismo alienta cualquier forma de expresión sexual que desees, siempre y cuando no perjudiques a nadie más. Para evitar confusiones, debemos aclarar la afirmación anterior. Al decir que no se debe perjudicar a nadie, no incluimos el daño no intencionado que pueda recaer sobre aquellas personas que, a causa de sus ansiedades concernientes a la moral sexual, puedan no estar de acuerdo con tus puntos de vista sobre el sexo. Naturalmente, deberías evitar el ofender a quienes signifiquen mucho para tí, y por ello me refiero a tus amigos y parientes más mojigatos. Sin embargo, si te esfuerzas sinceramente a evitar ofenderlos, y a pesar de tus esfuerzos ellos se dan cuenta accidentalmente, no es responsabilidad tuya, y por lo tanto no deberías sentir culpa alguna debido tanto a tus convicciones sexuales, como al hecho de que ellos se hayan ofendido debido a ésas convicciones. Si con tus actitudes sexuales temes constantemente ofender a los mojigatos, entonces no tiene sentido el intentar liberarte de la culpa sexual. Sin embargo, de nada sirve que hagas ostentación de tu permisividad.
La otra excepción a la regla hace referencia a la relación con los masoquistas. Un masoquista extrae placer de ser maltratado; en consecuencia, si se le niega al masoquista su placer a través del dolor, eso le hace sufrir tanto como el verdadero dolor físico hace sufrir al que no es masoquista. La historia del sádico auténticamente cruel ilustra bien la cuestión. El masoquista le dice al sádico: «golpéame». A lo cual el sádico despiadado responde: "¡NO!" Si una persona quiere ser maltratada y disfruta sufriendo, no hay razón alguna para no darle gusto en lo que acostumbra.

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